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miércoles, 1 de agosto de 2012

REVISTA LITERATURA JUVENIL, INFANTIL



ImaginariaRevista sobre literatura infantil y juvenil
N° 318 - Buenos Aires, 31 de julio de 2012
www.imaginaria.com.ar
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Diciembre, Súper Álbum

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Diciembre, Súper Álbum

Liliana Bodoc
Ilustración de tapa y viñetas interiores de Luis Scafati.
Buenos Aires, Editorial Alfaguara, 2003. Colección Alfaguara Juvenil, Serie Roja.
Un guionista de historietas ha sido despedido de la editorial donde trabaja, pero antes de hacerse efectivo el despido, debe terminar una serie titulada “El viajante”, la que será publicada en el Súper Álbum de diciembre.
En este marco argumental, Liliana Bodoc mueve las piezas de una narración que cuenta numerosas historias.
“El viajante”, Santiago, es un hombre que recorre el mundo en un auto rojo y que ha decidido regresar a su lugar de origen, San Jerónimo, una ciudad pequeña, cuya población depende de una fábrica de cemento. El propósito principal es el de reencontrar el “Budapest”, un parque de diversiones instalado durante su adolescencia, donde se enamoró por primera vez. La evocación de esos recuerdos es el asunto del que se ocupa la historieta.
La ciudad es conmovida por la aparición del parque y pronto su población se verá dividida entre los que aceptan con agrado la novedad y aquellos que se proponen expulsar a los trashumantes. Así se desata una disputa no exenta de violencia. El parque representa el universo de lo sensible y lo creativo. No es casual que en medio de sus instalaciones se despierte el amor entre Natalia (integrante del “Budapest”) y Santiago.
Sus opositores representan el mundo establecido, las costumbres, las leyes. La mano ejecutora son las autoridades municipales, pero su liderazgo lo ejerce Doña Lupe, una mujer abandonada por su marido y su hijo, anclada en una vieja historia de amor, llena de rencores y presa en el mundo de las apariencias. De todos los personajes que aparecen en escena, el de Doña Lupe tal vez resulte el más caricaturesco, el de mayor exageración en sus rasgos. Bodoc capitaliza este procedimiento habitual de la historieta para presentar un personaje que el lector reconocerá sin dificultades en cualquier ámbito no ficcional.
Santiago es un adolescente que ha perdido recientemente a su padre (1), un empleado de la cementera, sometido a “jefes implacables”. El muchacho quiere para sí un destino diferente al de su padre. Su madre parece una mujer insegura y llena de temores. Hasta el final del relato, se mantiene del lado de los opositores al parque.
La historia de “El viajante” es marcadamente política. También es posible leerla como una historia de iniciación, pero en este sentido, la mayor virtud de la autora es sumar a la trillada historia del primer amor y los sueños adolescentes, el descubrimiento que operará en su protagonista acerca de los funcionamientos de una sociedad tironeada por dos grandes fuerzas que se oponen.
“El viajante”, sin embargo, no contiene todo lo que Bodoc tiene para decir. Diciembre, Súper Álbum es también el intento de mostrar esa frontera muchas veces indefinida entre la ficción y la realidad. El libro está atravesado por entradas y salidas entre esos territorios (2). En el final, los dos caminos parecen converger.
Los procedimientos narrativos quedan expuestos, son parte de la historia. En este sentido, interesa destacar un fragmento (3) en el que el guionista y el dibujante mantienen una discusión que encierra todo un debate estético. Natalia y Santiago están a punto de besarse. Hasta aquí, el relato está en la voz del propio muchacho. A partir de aquí, toman la voz los autores de la historieta. El dibujante pretende graficar la escena. El guionista se opone; su argumentación consiste en declarar que su historieta es de “corte clásico”. Bodoc consigue un pasaje cargado de erotismo con una simple discusión estética y lo cierra con la aparición repentina de la abuela de la muchacha, ya nuevamente dentro de la historieta.
La autora de Diciembre, Súper Álbum le presta voz a distintos narradores: uno distante que pinta el estudio donde se teje la historieta, el Santiago que evoca, y un puñado de personajes que dialogan en San Jerónimo. Toda su prosa está impregnada de recursos poéticos. Baste como ejemplo, un párrafo que encontraremos en la página 90 del libro:
«Los que estábamos ahí pensamos la vida sin el “Budapest”. En el estéril San Jerónimo cementero si se nos iba la luna del baldío. En los domingos lentos, cuando el pueblo entero lloraba a escondidas.»
Las ilustraciones de Luis Scafati, al final de algunos de los capítulos, si bien apelan a los recursos tradicionales de la historieta, no pretenden graficar los asuntos narrados; delicadezas visuales para el tránsito entre episodios.

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